sábado, 23 de agosto de 2008

LOS CAMPOS CELESTES



No quiero dormir, no quiero morir, sólo quiero seguir viajando por los prados del cielo.

domingo, 17 de agosto de 2008

MI AMIGO "COMM- PAAAR-TIR"


Nunca olvido esa tardecita en el hostel "Renacer Chicheño" de la pequeña ciudad boliviana de Tupiza.
Al bajar por las escaleras ví al grupo de tres yanquees, el sombrero cow-boy, la silla en el medio del patio, la máquina rasuradora, y a Brendan sentado como en cualquier peluquería del mundo, dispuesto a aceptar el corte que su amigo quisiera hacerle.
El corte no era uno cualquiera, era uno con cresta de peluquería vanguardista.
Y me acuerdo bien de su nombre porque recordé a Brendan Fraser, y se lo dije y se rió.
Super amigables los yanquees, el peluquero hablaba hasta con las paredes y nunca abandonó su sombrero cow-boy, me regaló una moneda de cincuenta centavos argentina porque ya no le servía. Brendan mucho no hablaba ni entendía pero sonreía y el tercero sonreía de los nervios porque no entendía ni hablaba ni muuu.
Compartir. Con Brendan la idea era compartirlo todo. Compartió con nosotros la pizza que pedimos en "California", luego compartió la segunda, cuestión que compartimos con nuestros estómagos medio vacíos.
Luego en el bar pedí un trago y Brendan se unió, después prendí un cigarrillo y Brendan me dijo: "como se dice??? comm- paaar- tirrrrr....?" Si, compartir le dije y compartimos. Cuestión es que me hice de un nuevo amigo y cada vez que aparecía yo pensaba: ¿y ahora que quiere compartir Brendan?
Toda una situación.
Cuando lo ví haciendo lagartijas en la estación de tren a Uyuni, me habló de su presupuesto y señaló con el dedo hacia abajo.
Ahí entendí por que había aprendido la palabra compartir mejor que otras tantas.

AFUERA ES ADENTRO

Afuera es adentro, caminamos por donde nunca hemos estado.
Pisamos crujientes y amarillos senderos, laberintos en un parque infinito.
Nos bañamos en lagos escondidos del mundo en medio de mil montañas.
Sumergimos nuestros cuerpos en la belleza de luminosas mañanas de octubre.
Imaginamos selvas en medio de la ciudad, en terrazas alejadas de la locura, los hormigueros y las alcantarillas.
Las calles vuelan, las veredas cambian de lugar.
En el día, por las noches, con las estaciones, el viento desordena, los árboles sacuden su ramaje, cambian de color, gritan con hojas, susurran con raíces.
Nunca he caminado la misma calle dos veces.
He corrido mucho adentro, me he movido más lento afuera.
Pero afuera es adentro.
Nunca sabemos bien donde estamos.