jueves, 11 de junio de 2009
MORDISCO
Verde y lustroso, como el último de la pila frotado por un verdulero perfeccionista, le doy una mordida al "Kafka en la otra orilla" de Haruki Murakami,
y efectivamente, compruebo que tiene un sabor dulce y ácido.
Como quien no quiere la cosa me pongo a leer entre líneas resplandecientes de naranjas, rojo y amarillos.
Girando, girando, me cuenta historias de mujeres y hombres, alturas, caídas, árboles, patios, soles.
El sabor de las palabras escritas en lugares insospechados,
la blancura de nueves lunas flotando en un mar marrón y amargo.
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