Entre lo ordinario y lo sublime
no hay fronteras a cruzar,
una ínfima y a veces desapercibida línea
nos haría pasar de dimensión.
Esa línea es una sombra,
una humarada,
un minuto clave.
Pero se necesitan anteojos.
No para mirar mejor,
sino esos de ver visiones.
Póntelos.
Fotografía de Willy Ronis que encontré por ahí...
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