jueves, 24 de abril de 2008

JUNGLA


Encontré una selva en las alturas.
Sobre las infinitas habitaciones y pasillos que se doblan por el peso de los cuadros.
Arriba de la ciudad que derrite el calor, gritos, bocinas.
Encima del fantasma y el vaho del desierto.

Hojas. Miles. Tallos. Venas. Verdes. Gotas.

Tortugas apareándose en el sopor del mediodía. Calor. Siempre. Sopor. Persecución. Temblor. Reposo. Respiración.

A la mañana despierta la jungla el grito del loro enloquecido. Levantar al mundo. Acallar las bocinas. Sobresaltar la ciudad toda.

No sé ni como llegaste hasta ahí.
Trepaste para una despedida.
Adioses. Palabras. Saludos. Palabras. Adioses. Si. Siiii. Sii.
No despedida no.
Ahora no escucho nada.
Sólo veo tu boca moverse.
No hay tiempo en el aire.
Personas pasan como fantasmas.
No despedida no.

Te atrapo y arrastro por las escaleras.
Frenesí. Hay viento en el aire.
Te arrojo a los verdes, al follaje, a los tallos tensos.
Caemos entre las ramas, hojas, brazos, ojos.
La selva se agita.
La jungla es una trampa.
Nadamos, respiramos, reposamos en savia transparente.
Arriba del mundo. En la selva demente. Transpiraciones y jadeos verdes.

1 comentario:

Daniela Falcón dijo...

"...selva, ruido de animales salvajes, junglaaa, juuuuungla...
voy buscando un oasis donde nadar..."